5 ene 2015

Que no, que de verdad no hay que perder la ilusión

Hace ya 6 añitos escribí un post en este blog (ahora muy olvidado) en el que hacía una visión muy mía de cómo son para mi los 5 de enero desde que nací. Sobre cómo mis padres han hecho que los viva año tras año. 

Ese día previo a que vengan los Reyes Magos que siempre me ha puesto tan nervioso pero que hoy no me está motivando nada. Se está convirtiendo en un rutinario día más de mi relativamente ocupada vida.

En el post hacía un llamamiento a que no se perdiese la ilusión por el 6 de enero ni por cualquier día en general, decía que había que tener en la cabeza eso "que te hace levantarte todos los días con la sonrisa en la cara por conseguir o seguir teniendo eso que tanta ilusión te hace.".

Ahora buscando una canción que no he encontrado en el blog pero que sé que está, he llegado de nuevo a ese post sobre la ilusión y al leerlo me ha dado un poco de pena/nostalgia/desánimo. Y es que últimamente ando poco cargado de pilas, me da la impresión de que todo lo que hago no va a ningún sitio. 

Tomemos de ejemplo el tema formación y trabajo. Sin ser buen estudiante he llegado a tener derecho a que en mi currículum, en la parte de formación, aparezcan una diplomatura, una licenciatura, un máster y varios cursos relevantes, uno de ellos el que acabo el 12 de enero que me ha restado 250 horas de vida en los últimos dos meses. Dicen que el saber no ocupa lugar, pero oye, tiempo tela. Y eso te priva de muchas cosas que ya no volverán, entre ellas descanso.

Que cuando uno es joven está guay eso de la improvisación y el no saber qué hacer mañana, pero llega un momento (ahora en mi caso) que solo quiero descansar y vivir tranquilo. Sin sobresaltos ni historias, solo quiero tranquilidad.

Volviendo al tema formación. Muy bien, ahí tengo los titulitos oportunos, una experiencia laboral que roza la decencia y eternos proyectos emprendedores que no sirven para más que ser eternas promesas lucrativas que no generan beneficio real ni prometen hacerlo en un futuro próximo (salvo pelotazo, pero esto no va a ocurrir).

Entonces, mirando desde atrás hacia delante, reflexiono teniendo en cuenta lo que he hecho en mis casi 33 años. Concluyo en una pregunta: ¿Pa qué? 

Tengo claro de dónde vengo. Creo que he acertado en casi todos los aspectos de mi vida que me han llevado hasta aquí. Incluso algunos errores que en el fondo no tienen por qué serlo, ya que me han traído hasta aquí. Entonces, la pregunta real es: ¿a dónde voy? esa es la pregunta que no sé responderme. ¿A dónde (palabrota) voy? 

Eso os voy a pedir este año Melchor, Gaspar y Baltasar. Que me digáis a donde (palabrota) (palabrota) (palabrota) voy de ahora en adelante. Que estoy muy perdido y necesito una inyección buena de ilusión. No me dejéis que la pierda, os prometo que este año de verdad os dejo un licorcito y unos mantecados. Y un cubito de agua para que beban los camellos. A cambio dadme una alegría, por favor, que tampoco pido tanto, que soy muy sencillo.

Gracias.