Y como dije al principio, voy a contar una breve historia de juventud.
Corría el año 98 y tuve un golpe tonto en una rodilla.
Esto se juntó con la pretemporada del equipo de baloncesto y el resultado fue que en dos semanas tenía la rodilla el triple de grande que normalmente.
Fui al médico y me dijo que tenía la bolsa de líquido sinovial rota y todo el líquido esparcido. Las opciones eran:
Opción 1: Pinchar para extraer el líquido y luego dejar enyesado durante 45 días. Opción 2: Reposo absoluto. Andar con muletas lo mínimo (ir al instituto y al servicio).
Elegí opción 2. Pero a mi manera.
Apenas cogía muletas, hacía el reposo cuando me acordaba, etc.
El caso es que la hinchazón bajó y me sentí como si no hubiese pasado nada, así que fui a contárselo al médico (omitiendo la parte por la que me reñiría) y me dijo que empezase a entrenar poco a poco.
Y eso hice. Pero a mi manera.
El resultado fue que en tres semanas estuve de nuevo en la consulta y me dijo:
"¿Hacemos la opción 1? ¿o probamos de nuevo con la opción 2 pero esta vez la haces bien?"
Y elegí la opción 2.
Pero esta vez la hice como había que hacerla y aprendí de por vida que hay que hacer caso a la recomendación de los médicos.
Porque si no se hace bien la primera vez, luego es peor y vienen los llantos. Aunque pensemos que lo malo solo le pasa a otros, a nosotros también nos puede pasar. |
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